domingo, 29 de enero de 2012

Cortometrajes artesanales de Lucha Libre Boliviana

Estos cineastas usan cámaras fotográficas, micrófonos de karaoke, focos fluorescentes para grabar sus realizaciones. Las exhiben y sacan copias en formato DVD.

Lejos de las megaproducciones cinematográficas y sin recursos para grabar un filme profesional, Ángel Apaza utiliza una cámara fotográfica para filmar su documental El enfermero, que narra la historia de Pablo Huanca, uno de los luchadores más antiguos de El Alto que hoy vive en el olvido.

Preocupado por la calidad de la imagen y el sonido de su realización, Apaza pasó más de cinco días en la búsqueda de dos reflectores de luz y un micrófono de karaoke. Luego, convocó a su protagonista y filmó sus primeras escenas.

“Todos decían que saldría mal, pero con una cámara pequeña logré grabar un documental de 20 minutos”, cuenta Apaza. Una vez filmadas las escenas y con ayuda de un amigo, editó el filme en el programa Adobe Premier en una computadora Pentium 4.

No es el único que hace documentales y cortometrajes caseros con lo mínimo. Apaza forma parte de una decena de jóvenes de El Alto que incursionan en el mundo cinematográfico.

La mayoría de los realizadores estudia la carrera de cinematografía en la Escuela Municipal de Artes de la urbe alteña y sueña algún día rodar películas de alta calidad. Al concluir la realización organizan exhibiciones públicas y graban copias en DVD que reparten entre conocidos.

Naira Condori es otra de las directoras. Con un trípode, una pequeña cámara filmadora y junto con cinco amigas filmó y produjo, durante dos meses, el documental El encanto de la cueca, que dura 15 minutos y narra la historia de esta danza tradicional del país.

Tres meses antes del rodaje, las aspirantes a cineastas escribieron el guión, definieron el reparto de actores y eligieron los escenarios de grabación, el vestuario y la música de fondo.

Además, consiguieron dos bombillas de focos fluorescentes para la iluminación y un micrófono para el sonido.

Después de grabar el documental por una semana, editaron las imágenes en sus casas puesto que la escuela de cine, dependiente de la Alcaldía de El Alto, no tiene isla de edición, equipo básico para este trabajo.

Página Siete

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