viernes, 29 de enero de 2010

Cholitas Wrestling: Mujeres incursionan en rudo deporte masculino

Cholitas Wrestling Bolivia: Mujeres incursionan en rudo deporte masculino

LA PAZ, AFP

Con trenzas largas y polleras de colores, las indias luchadoras bolivianas comparten semana tras semana escenario con famosos de la lucha libre de este país, en un mano a mano de fuerza, volteretas y piruetas acrobáticas, invadiendo un campo tradicionalmente destinado a hombres rudos.

Una de las mujeres que participa en la lucha de Bolivia, se para sobre las cuerdas para provocar al público, ante la vista del árbitro.

"Juanita la cariñosa" y "Elizabeth rompecorazones", dos jocundas cholas -como se conoce aquí a las mujeres indígenas urbanizadas-, fueron las figuras del último festival de lucha libre en el principal coliseo de La Paz, con afamados invitados de la lucha libre mexicana como plato de fondo.

El combate de mujeres es la nueva fiebre, sobre todo en la ciudad de El Alto, la más pobre del país, donde las cholas luchadoras no precisan ropa ajustada, ni cuerpos atléticos y sensuales para convertirse en genuinas estrellas.

Al igual que los hombres, estas intrépidas mujeres se alinean en las filas de los rudos y los técnicos, esa eterna dicotomía entre el bien y el mal que se simboliza en el cuadrilátero.

Según recuerda Mister Atlas, un jubilado luchador boliviano y actual entrenador de estas mujeres, el 'boom' comenzó hace unos 8 años cuando un puñado de cholas -que tienen una vestimenta particular, con largas trenzas, polleras anchas, y sombreros tipo bombín- incursionó en este deporte-espectáculo.

Muchos dicen que este espectáculo es una especie de circo en el cual los espectadores buscan una fuente de diversión a costa de moretones y rasguños, recurrentes en estas peleas.

"Es parte de mi vida, no solamente por buscar dinero, sino porque siempre me ha gustado la lucha libre. Mi padre me llevaba a las luchas y gozaba imaginándome que era también luchadora", confiesa "Elizabeth rompe corazones", que en la vida real es una comerciante, con familia y dos hijos.

Identificada en la escuela de las rudas, revela que se siente realizada cuando la gente la recibe con rechiflas y hasta con algunos proyectiles cuando entra a la arena. "Me gusta que me odien", matiza.

El entrenamiento es riguroso y al igual que los varones, pasan en el gimnasio varias horas, levantando pesas, ensayando osadas volteretas y giros en el aire que, por las polleras, le dan un marco singular al combate, pues parecen sombrillas al aire.

"Cada vez hay más cholitas interesadas por entrar al circuito, pero somos exigentes. Las que no sirven se van", complementa el entrenador, Mister Atlas, mientras las luchadoras realizan piruetas arriesgadas y peligrosas.

Con signos evidentes del fragor de la lucha -un dedo dislocado al caer en una mesa ardiente, cansada y adolorida- "Juanita la cariñosa" abandona el cuadrilátero ovacionada por el público pero magullada por las impactantes caídas.

"Las heridas son parte de la profesión, ya habrá tiempo de recuperarse y estar otra vez en el ring", señala esta ágil luchadora que en la vida cotidiana es una maestra de música, madre y esposa.

Por eso agradece el apoyo de su marido y de su familia y recuerda con tristeza que una de sus compañeras fue abandonada por su esposo a quien no le gustaba verla en el escenario "en esas fachas".

Las cholas luchadoras bolivianas tienen ahora la perspectiva de consolidarse en un espectáculo internacional siguiendo la huella de las pioneras "Jennifer dos caras", "Marta la Alteña", "Remedios la misteriosa" y "Silvina la poderosa", que han paseado ya su clase por cuadriláteros de Perú y Ecuador.

Extraido de La Hora de Guatemala

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