miércoles, 15 de enero de 2014

Anderson Silva devela su vida

Anderson Silva se rompió la pierna en el duelo ante Chris Weidman

A menos de un mes de la dolorosa derrota de Anderson Silva tras romperse la pierna, el ex campeón de UFC, aseguró que su rival y actual Campeón Medio, Chris Weidman no debería tomar como una victoria el resultado del combate, ya que fue un accidente que él tuviera que abandonarlo.

Desgraciadamente para Chris Weidman, sus dos triunfos sobre Anderson Silva han sido polémicos, el primer encuentro en julio donde le quitó el Campeonato Medio a la “Araña” fue criticado por la forma en que Silva peleó, aficionados, peleadores y medios lo criticaron por haber “payaseado” de más lo que provocó su derrota.

Para el segundo combate, Silva no mostró la actitud del encuentro anterior; sin embargo una patada lanzada a la pierna de Weidman resultó fatídica para el brasileño, ya que al impactar las extremidades, la espinilla del ex campeón se rompió.

Weidman aseguró que esta lesión estaba planeada, ya que entrenó como poder detener este tipo de golpes, por lo cual sabía cómo evitar el ataque de su oponente, aunque esta aseveración no fue compartida con Silva quien afirmó que su lesión sólo fue suerte y en caso de haber continuado en el combate él lo hubiera ganado.

“Creo que si le prestas atención, verás que detener la patada fue puro instinto, no algo que él haya entrenado para hacerlo. No, no creo (que Weidman debería considerar la pelea como una victoria). Fue un accidente, si no hubiera ocurrido, yo habría ganado el combate”, comentó para MMAFighting.

Silva podría volver a entrenar en aproximadamente seis meses, ya que se encuentra en proceso de recuperación tras haber sido sometido a una operación para reconstruirle la pierna que se rompió en el combate.

Por su parte Chris Weidman no ha respondido a estas declaraciones y se encuentra preparándose para su próxima defensa del cetro, la cual realizará ante Vitor Belfort.

MEDIOTIEMPO

Terribles lesiones en la UFC

Silva logró moverse con muletas después de 48 horas de la operación
Se estima una rehabilitación de tres a seis meses
El ex campeón sufrió fractura de tibia y peroné

Luego de que Anderson Silva fuera operado de la aparatosa lesión que sufrió en el UFC 168, el Doctor Steven Sanders, explicó la gravedad de la fractura.

El ex campeón “sufrió una fractura de tibia y peroné a la altura del tercio del hueso”, manifestó el médico, quien utilizó una varilla y tornillos de titanio para la intervención quirúrgica practicada al brasileño que duró alrededor de una hora.

El cirujano se encontraba en la función de UFC, por lo que al momento de la lesión, entró de inmediato al octágono y esto fue de gran ayuda para el brasileño.

“En el momento que sucedió yo sabía que había pasado y también cómo operarlo. Fue una lesión grave, aunque pudo ser peor, si la piel se hubiera roto, también pudo pasar con una artería y esto hubiera requerido una posible amputación”.

Además Sanders espera que el tiempo de rehabilitación duré aproximadamente de tres a seis meses, pues a pesar de lo “grave y atípico” de la lesión, el peleador pudo moverse con ayuda de las muletas después de 48 horas de ser intervenido.

Asimismo el Médico de UFC dejó claro que la edad no será un factor para la curación, pero será una rehabilitación dependerá de cómo evolucionen los tejidos, por lo que aún no sabe si su regreso al octágono se dé en el 2014.

“Los tejidos blandos serán la clave de la rehabilitación, la cual será lenta y con poco movimiento en la rodilla y el tobillo”.

Por el momento, “The Spider” comenzará el proceso de curación, el cual le permita volver a los entrenamientos, para luego, poder pensar en un nuevo combate dentro del octágono.

MEDIOTIEMPO

Mujeres luchadoras en acción

Por primera vez se realizará un Lucha Fan Fest Femenil, bajo la organización de LEGEND: “La Lucha Libre Como Te Gusta” y AULL en la Arena Lopez Mateos de Tlalnepantla, Estado de México.

LEGEND bajo su división femenil, WWS (Women Wrestling Stars) y AULL con AFLL (Alianza Femenil de Lucha Libre) unieron esfuerzo para realizar un evento pensado y dedicado únicamente para luchadora; pues son parte fundamental de este deporte espectáculo.

Para ello se han conjuntado luchadoras de distintas épocas; leyendas, estrellas y jóvenes promesas de la lucha libre femenil. El domingo 2 de febrero desde las 3 pm, los aficionados se pueden dar cita en la Arena López Mateos para tomarse fotos, conseguir firmas de autógrafos, así como adquirir mercancía oficial de las luchadoras.

A las 6:30 pm, se cerrará el evento con la función de lucha, en donde estarán en acción a grandes exponentes de nuestro pancracio femenil.

El costo de entrada será de $120 pesos, con asiento en el arena de Ring Numerado, $90 pesos con asiento en Gradas y los Niños en Gradas pagaran $40 pesos. El boleto les incluye la entrada al Fan Fest y función de lucha.

Dentro de las luchadoras confirmadas para este evento se encuentran: Lola González, Reina Gallegos, Lady Apache, Rossy Moreno, India Seuix, La Marquesa, Star Fire, Diosa Atenea, Arumi, Davinha, Mystique, Princesa Ahy Leen, Sexy Angel, Reina Dorada, Estrella Negra, Dark Magic, La Abogada, Skadi, Zuzu Divine, JC Mclean, Canadian Diamond, Keira, Xena, Lady Maldad, India Mazahua, Crazy Girl, Skadi, Princesa Mohicana, Lady Sensación, Reina del Sur, Baby Judas, La Potranquita, Isis, Estrella Mágica, Guerrera Misteriosa, Lady Drago y Sexy Girl entre otras.

MEDIOTIEMPO

Solar quiere cautivar Japón - 2014

El luchador mexicano Solar, participó este fin de semana en el evento denominado LEGEND: The Pro Wrestling 2014 en Japón, donde alternó con varios gladiadores de empresas niponas.

El veterano gladiador enmascarado estaba programado para enfrentar a Shodai Tiger Mask, sin embargo los planes cambiaron tras la lesión del japonés; por tal motivo el mexicano tuvo que unirse al Gran Hamada para enfrentar a Nosawa y Mazada.

Solar demostró que aún tiene mucha calidad que demostrar en el encordado y dio un gran encuentro al lado de Hamada, consiguiendo superar a los integrantes de Tokyo Gurentai.

Este evento contó con la presencia de varios gladiadores como: Jushin Thunder Liger, Riki Choshu, Yukio Sakaguchi, Super Tiger II & Hayato Mashita, entre otros.

Cabe resaltar que Solar es uno de los gladiadores mexicanos más reconocidos en Japón, junto a leyendas de la talla de Mil Máscaras y Dos Caras.

MEDIOTIEMPO

lunes, 6 de enero de 2014

Cholitas luchadoras pelean por la vida

LA PAZ.- Un cuadrilátero. Paredes sin revocar, varias filas de sillas, puerta de chapa. Niños y adultos piden a gritos: "Que entre, que entre". Pero Carmen Rosa, la Campeona, no entra y se hace esperar. El cielo nublado, mucho frío en La Paz. El fervor crece con el calor de los aplausos y los gritos. Entonces se abre la puerta y hace su aparición. Carmen Rosa blande una bandera de Bolivia, en la otra mano enseña su cinturón rojo y dorado de campeona. En el cuadrilátero espera otra cholita: Yolanda, la Amorosa, que de amorosa parece que poco y nada. Carmen Rosa sube al ring. Deja el cinturón y la bandera, se quita la manta de seda y su sombrero. Remerita turquesa, pollera y zapatos rosados. Luchadoras se ven las caras. Referí da la orden. Se agarran de las trenzas y no se sueltan. La pelea tiene varios ida y vuelta: Carmen Rosa fuera del ring sostiene contra las cuerdas a Yolanda. Yolanda derriba a Carmen Rosa y salta encima de ella para caerle con el codo en el estómago. Carmen Rosa se arroja encima de Yolanda pero ésta se agacha y la otra besa las tablas. Couch de Yolanda sostiene por la cabeza a Carmen Rosa mientras Yolanda muestra al público un cajón de verduras vacío. La gente abuchea. Pero es igual: lo rompe en la cabeza de Carmen Rosa y ésta vuelve a besar las tablas. Pero la Campeona es de raza fuerte y se levanta. Tiene la mitad de la cara teñida en sangre. Le asesta un golpe a Yolanda, dos, la deja en el suelo. Entonces Carmen Rosa se sube a una de las esquinas y se tira encima de Yolanda. El referí cuenta, es el fin: la Campeona gana la pelea, levanta los brazos con la cara todavía llena de sangre. La gente aplaude.

Así es la vida de Carmen Rosa. Así de dura.

Polonia Ana Choque Silvestre se levanta a las 6. Pone agua en una cacerola, prende el fuego y sale a hacer las compras al mercado que está cerca de la iglesia de San Francisco de La Paz. Compra carne, papas, fideos, todo lo que se necesita para el almuerzo que servirá al mediodía en su fonda. Hija y esposo ayudan. A las 12 tienen que tener listo el almuerzo. Pelan papas, cortan pollo, hierven arroz y fideos. Van llegando los comensales: obreros, puesteros, jornaleros, gente de bajos recursos que llega y se sienta en las mesitas a comer su almuerzo en un respetuoso silencio. Polonia no para un segundo: saca platos nuevos, limpia los sucios, los vuelve a llenar de comida. A las 13.30 sale casi corriendo de la fonda porque conduce un programa de contenido social en la TV local. El programa va de 14 a 16. Como la mayoría de sus telespectadoras, ella también es de pollera, como se le dice usualmente a las cholitas en Bolivia. Se apagan las cámaras y sale del programa corriendo. Llega a su casa, recoge los platos que quedaron del almuerzo y se pone a lavarlos. Hija y esposo siguen ayudando. Le queda una hora para tomar su matecito de coca con pan y mermelada. Y después, todo otra vez, el ciclo, volver a empezar. Polonia sale a la calle, camina, compra papas, arroz, fideos. No se puede dar el lujo de parar. El día de mañana será igual que el anterior.

Así es la vida de Polonia Ana Choque Silvestre. Así de dura.

Ah, una cosa. Polonia Ana y Carmen Rosa son la misma persona.

"Mi nombre verdadero es Ana Polonia Choque Silvestre. El de luchadora es Carmen Rosa, aunque primero empecé como Juana la India, porque siempre en los buses me veían vestida como cholita y me señalaban y me decían Esta india. Pero luego apareció otra luchadora de nombre Juanita y lo tuve que cambiar por el de Carmen Rosa, que es así como se llamaba la madre de mi marido, que también era de pollera", nos cuenta, sentada en una de las mesitas de su fonda, llamada también Carmen Rosa. El lugar parece de película. El patio de una vecindad de estilo colonial. Una puerta de madera grande por entrada. Pilas de escombros, palanganas con ropa, las mesitas donde comen los clientes, el Choco, su perro, dando vueltas.

Luchar. La vida de Carmen Rosa acaso pueda definirse con esa palabra. Arriba del ring, abajo, todo el tiempo luchando. De sangre aymara, se define dura, o mejor dicho, de ñeque, que significa sólida como la tierra altiplánica donde crecen las raíces de su pasado. Unas raíces que no mueren y la mantienen firme en el ring. Siempre amó la lucha libre, ese deporte tan popular en Bolivia, introducido por la gran similitud cultural con el territorio azteca. Y es esa forma de pelear, pero a la vez de amar su condición de india, de chola, lo que la mantiene todavía en el ring. Acaso ese luchar no sea otra cosa que pelearle a la invisibilidad de las costumbres establecidas, a esas que dicen que la mujer aymara es maltratada por el hombre y sólo sirve para procrear y mantener la casa en orden. No. Una llave inglesa a todo eso. El amor por la lucha y por la liberación de la mujer y la reivindicación de sus raíces es lo que mantiene arriba del ring a Carmen Rosa. "Mi mensaje siempre es el mismo: la mujer no debería quedarse atrás, bien sumisa. Quiero demostrar que las mujeres, si tenemos algún objetivo, lo conseguimos. Porque las aymaras somos mujeres muy fuertes de cuerpo y corazón", explica.

"Yo era fanática de la lucha libre. Me gustaba ir a ver los shows que se daban aquí en La Paz. Pero los que peleaban siempre eran hombres, pues. Y un día me enteré que en la ciudad de El Alto se iban a abrir las puertas de un gimnasio para que puedan ir a entrenar para lucha libre tanto hombres como mujeres. A ese llamado asistimos como 50 personas. Éramos 20 mujeres. El entrenamiento era muy fuerte, a la par de los varones, teníamos una dieta muy estricta, y por todo eso muchos fueron quedando en el camino. Sólo los que amábamos la lucha libre seguimos adelante", nos cuenta Carmen Rosa. Aunque sus comienzos fueron todavía más difíciles. Un día su marido llegó borracho a la casa de la calle Murillo, cruzó el patiecito y fue directo a donde estaba Polonia, que recién comenzaba a ganar sus contiendas como Juana la India. Se plantó delante de ella y apenas pudo hilar una frase, pero se lo dijo: "Tienes que decidir. La lucha libre o tu familia". Ése fue el peor golpe que iba a recibir Carmen Rosa en toda su carrera. Con todo el dolor del mundo, pensó que no podía dejar la lucha libre, pero tampoco podía dejar a su familia. Entonces se dio cuenta. El problema mismo era la solución. No dejar ni una cosa ni la otra. Unir a la familia con la lucha libre, ésa era la clave: "Mi marido se llama Óscar Cahuasa, y hoy me apoya mucho en la lucha, porque él trabaja de referí. Tengo una hija de 23 años que se llama Lucía Corina, y hoy por hoy está peleando con el nombre de la Hija de Rosa. Mi hijo tiene 18 años y se llama Pablo Bismark, pero lucha con el nombre de Bismark Junior".

Asunto resuelto. Todo unidos dentro y fuera del cuadrilátero. Polonia Ana Choque Silvestre había ganado el round más importante de su vida.

Carmen Rosa es una de las primeras cholitas luchadoras que surgieron hace unos diez años. Las Mamachas del Ring es el grupo de luchadoras que hoy lidera esta mujer corpulenta y de sonrisa de oro. Se presentan todos los domingos en el centro Cultural El Ojo de Agua, de La Paz, aunque también pelean en barrios, escuelas y hasta hacen exhibiciones a beneficio de los más necesitados. "Se ha monopolizado la lucha libre de cholas. Las que pelean en El Alto no son cholas, sino que se visten de pollera para subir al ring. Además, los extranjeros tienen que pagar entradas costosísimas y si quieren sacar fotos, tienen que pagar más. Ni que hablar si alguien quiere filmar un documental o sacar fotos para algún medio. Una entrevista sale 300 dólares, un documental de 800 a 1000 dólares. Nadie puede hacer festivales en el Multifuncional de El Alto. Sólo su dueño, el señor Walter Mamani", cuenta con rabia Carmen Rosa, que se alejó de este tipo de espectáculo porque luchar, rebelarse contra la injusticia y la explotación es su leitmotiv, su modo de pelearle a la vida, dentro y fuera del ring. "Por pelea hoy ganamos 250 bolivianos. Cuando yo salí campeona estaba luchando en el Multifuncional de El Alto y nos explotaban: los turistas iban y nos veían y pagaban, pero el dueño se llevaba todo el dinero. Cuando salí campeona había unas 20 mil personas mirando y, ¿sabe cuánto gané? 120 bolivianos, que vendrían a ser algo así como unos 15 dólares".

"Como luchadora creo que ya voy terminando, estoy tratando de dejar lugar a los más jóvenes. Creo que tenemos que hacer lugar a las nuevas generaciones. Y yo ya estoy vieja y algo cansada de pelear", se sincera la Campeona con la voz entrecortada como si le estrangularan el cuello contra las cuerdas. Pero para Carmen Rosa la lucha es un modo de vida. Entonces, no puede dejar de pelear. Dejará el cuadrilátero, pero seguirá peleando desde abajo. Acaso la motivará lo mismo que la subía al escenario. Los derechos de las mujeres, el renacer de la aymara. "Estoy como vicepresidenta de un partido político que se llama Movimiento por la Soberanía. Me he metido en la política porque quiero que la mujer aymara, la mujer de pollera, siga saliendo adelante, que se culturice más para poder ocupar cargos. No quiero defraudar como defraudó Evo Morales a la gente, a los que hemos confiado en él."

Carmen Rosa se tiene que ir. Es tarde y todavía debe hacer las compras para el almuerzo de mañana. Después tendrá que ir a entrenar al gimnasio. Aunque anuncie su retiro, todavía no se baja del ring. O no la bajan. Porque todavía no hay quien haya podido hacerlo. Una cholita malvada y sanguinaria, un cajón rompiéndose en su cabeza, un manager explotador, un marido que le pide decisiones imposibles, la sociedad que ve a la mujer aymara como débil y sometida: el rival puede tener infinitas formas. Pero no hay quien pueda con ella. Por el momento, Carmen Rosa sigue peleando, porque como ella dice, es de ñeque, y ñeque en aymara quiere decir duro y fuerte como la tierra andina, esa tierra inquebrantable, inmortal.
así comenzó todo

La lucha libre de cholitas bolivianas es una versión de la ya mundialmente conocida y famosa lucha libre. Fue creada en El Alto (uno de los departamentos más pobres de todo Bolivia) allá por 2003, por un veterano de la lucha libre que encontró a unas cholitas que peleaban por la calle. Al ver el tumulto generado a partir de esa breve y colorida riña callejera, no tuvo mejor idea que organizar un show de Cholitas Luchadoras. Las primeras contiendas tuvieron lugar en el Coliseo Multifuncional de El Alto, aunque después ganaron notoriedad y se extendieron a todo Bolivia, incluso Perú. Hoy, las Cholitas Cachacanistas son mundialmente famosas y se presentan regularmente en varios países de América latina.

La Nación


Carmen Rosa: Una de las primeras cholitas luchadoras

Fue hace unos años. Me fui a vivir a La Paz porque estaba en guerra. Una guerra conmigo mismo, silenciosa, atrincherada bajo mi carne, sin ver la luz, enferma, con las moscas y las pestes y todas las enfermedades del mundo rondando en ese hueco-agujero-pozo negro, eso que era yo. Fue hace 5 ó 6 años. No recuerdo, tampoco es que el tiempo aquí sea lo importante. Pero sí el espacio. La Paz, Bolivia. 3600 metros sobre el nivel del mar. Y ahí estaba: viviendo en un territorio nuevo y caótico, con el Illimani de fondo, un lugar donde costaba respirar pero donde empezaba a darme cuenta que tenía más aire. Resignificando mi existencia, reseteando mi espíritu a base de borracheras fatales con singani o ajenjo, o con el descubrimiento de autores como Saenz o Vizcarra, o simplemente tendiendo mis raíces en un cielo con formas de cerros nevados, conociendo personajes que podrían ser pura ficción, pero que eran más reales que mi propia realidad: una estudiante de psiquiatría y amiga; un yatiri, un brujo aymara que no veía absolutamente nada y que lo veía todo; una hacker brasilera, una misteriosa femme fatale a la cual veía cada vez que viajaba a Santa Cruz de la Sierra, pero que no sabía dónde vivía ni cuál era su verdadero nombre; y a la cholita-luchadora-política-estrella de tv-cocinera, Carmen Rosa.

Y ella, ella es esta nota entera.

ENTRADA TRIUNFAL

Pensemos en imágenes. Hagamos como si esto fuera un documental. Imaginen paredes sin revocar, varias filas de sillas, puertas de chapa. En el medio un ring, un cuadrilátero improvisado y al aire libre. Niños pidiendo a gritos “Que entre, que entre”, pero Carmen Rosa, “La Campeona”, no entra y se hace esperar. Mucho frío en La Paz. Mucho calor en las tribunas. Y entonces sí, se abre la puerta y hace su aparición Carmen Rosa. Blandiendo una bandera del estado plurinacional de Bolivia, y a la vez enseñando su cinturón rojo y dorado de campeona. En el cuadrilátero espera otra cholita: Yolanda “La Amorosa”, que de amorosa, la verdad, para ser sincero, poco y nada. Carmen Rosa sube al ring. Deja el cinturón y la bandera y se quita la manta de seda y su sombrero. Remerita color turquesa, pollera y zapatos rosados. Luchadoras se ven las caras. Referí da la orden y se agarran de las trenzas y ya no se sueltan. El match tiene varias idas y vueltas: Carmen Rosa fuera del ring sostiene contra las cuerdas a Yolanda. Yolanda derriba a Carmen Rosa y salta encima de ella para caerle con el codo en el estómago. Carmen Rosa se arroja encima de Yolanda pero esta se agacha y la otra besa las tablas. Entrenador de Yolanda con pinta de mala leche sostiene por la cabeza a Carmen Rosa mientras Yolanda muestra al público un cajón de verduras vacío. Brava, la Yolanda. La gente abuchea, pero es igual que abuchee: sin más, lo rompe en la cabeza de Carmen Rosa y ésta besa una vez más las tablas. Pero la campeona es de raza fuerte y se levanta. La mitad de la cara bañada en sangre. Le asesta un golpe a Yolanda, dos, la deja en el suelo. Carmen Rosa se sube a una de las esquinas. Llena de sangre y despeinada y con los brazos en alto. Se arroja. El referí cuenta. Un, dos, tres, cuatro. diez. Es el fin: la Campeona gana la pelea, levanta los brazos con la cara todavía llena de sangre. La gente aplaude.

DIA A DIA

Polonia Ana Choque Silvestre se levanta a las seis de la mañana. Pone agua en una cacerola y prende el fuego y sale a hacer las compras al mercado que está cerca de la iglesia San Francisco de La Paz. Compra carne, papas, fideos, todo lo que se necesita para el almuerzo que servirá al mediodía en su fonda. Hija y esposo ayudan. A las doce tienen que tener listo el almuerzo. Pelan papas, cortan pollo, hierven arroz y fideos. Van llegando los comensales: obreros, puesteros, jornaleros, gente de bajos recursos que llega y se sienta en las mesitas a comer su almuerzo en un respetuoso silencio. Polonia no para: saca platos nuevos, limpia los sucios, los vuelve a llenar de comida. A la una y media sale casi corriendo de la fonda porque tiene un programa en la TV local. El programa va de 14 a 16. Como la mayoría de sus telespectadoras, ella también es de pollera, como se le dice usualmente a las cholitas en Bolivia. Se apagan las cámaras y sale del programa corriendo. Llega a su casa y recoge los platos que quedaron del almuerzo y se pone a lavarlos. Hija y esposo siguen ayudando. Le queda una hora para tomar su té de coca acompañado de pan y mermelada. Y después, todo otra vez, el ciclo, volver a empezar: Polonia sale a la calle, camina, compra papás, arroz, fideos. No se puede dar el lujo de parar. El día de mañana será igual que el anterior. Así es la vida de Polonia Ana Choque Silvestre. O de Carmen rosa, pero afuera del ring.

LUCHAR PARA SER LIBRE

Luchar. La vida de Carmen Rosa acaso pueda definirse con esa palabra. Arriba del ring, abajo, todo el tiempo luchando. De sangre aymara, se define dura, o mejor dicho, de ñeque, que en aymara significa sólida como la tierra altiplánica donde crecen las raíces de su pasado, unas raíces que no mueren nunca y la mantienen firme arriba del ring. Dice que siempre amó la lucha libre, ese deporte tan popular en Bolivia, introducido por la gran similitud cultural con el territorio azteca. Y es esa forma de pelear, pero a la vez de amar su condición de “India”, de chola, la que la mantiene todavía arriba del ring. Acaso ese luchar no es otra cosa que pelearle a la invisibilidad de las costumbres establecidas, a eso que dice que la mujer aymara es maltratada por el hombre y sólo sirve para procrear y mantener la casa en orden. No. Una llave inglesa a todo lo establecido por el machismo. “Mi mensaje siempre es el mismo: la mujer no debería quedarse atrás, bien sumisa. Quiero demostrar que las mujeres, si tenemos algún objetivo, lo conseguimos, porque las aymaras somos mujeres muy fuertes de cuerpo y corazón”.

LA FAMILIA

“Yo era fanática de la lucha libre. Me gustaba ir a ver los shows que se daban aquí en La Paz. Pero los que peleaban siempre eran hombres, pues. Y un día me enteré que en la ciudad de El Alto se iban a abrir las puertas de un gimnasio para que puedan ir a entrenar tanto hombres como mujeres. A ese llamado asistimos como 50 personas. Eramos 20 mujeres. El entrenamiento era muy fuerte, a la par de los varones, teníamos una dieta muy estricta, y por todo eso muchos fueron quedando en el camino. Sólo los que amábamos la lucha libre seguimos adelante”, nos cuenta Carmen Rosa, aunque sus comienzos fueron todavía más difíciles. Un día su marido llegó borracho a la casa de la calle Murillo, cruzó el patiecito y fue directo a donde estaba Polonia, que recién comenzaba a ganar sus contiendas como Juana “La India”. Se plantó delante de ella, y apenas pudo hilar una frase, pero se lo dijo: “Tienes que decidir. la lucha libre o tu familia”. Y ese fue el peor golpe que iba a recibir Carmen Rosa en toda su carrera. Con todo el dolor del mundo pensó que no podía dejar la lucha libre pero tampoco podía dejar a su familia. Entonces se dio cuenta. El problema mismo era la solución. No dejar ni una cosa ni la otra. Unir a la familia con la lucha libre, ésa era la clave: “Mi marido se llama Oscar Cahuasa, y hoy me apoya mucho en la lucha, porque él trabaja de referí. Tengo una hija de 23 años que se llama Lucía Corina y hoy por hoy está peleando con el nombre de ‘La Hija de Rosa’. Mi hijo tienen 18 años y se llama Pablo Bismark pero lucha con el nombre de ‘Bismark Junior’”.

CUESTION DE PESOS

Carmen Rosa es una de las primeras cholitas luchadoras que surgieron allá por el año 2000. Las Mamachas del Ring es el grupo de luchadoras que hoy lidera esta mujer corpulenta y de sonrisa enchapada en oro. Se presentan todos los domingos en el centro Cultural “El Ojo de Agua”, de La Paz, aunque también pelean en barrios, escuelas y hasta hacen exhibiciones a beneficio de los más necesitados. “Se ha monopolizado la lucha libre de cholas. Las que pelean en El Alto no son cholas sino que se visten de pollera para subir al ring. Además, los extranjeros tienen que pagar entradas costosísimas y si quieren sacar fotos, tienen que pagar más. Ni qué hablar si alguien quiere filmar un documental o sacar fotos para algún medio. Una entrevista sale 300 dólares, un documental de 800 a 1000 dólares. Nadie puede hacer festivales en el Multifuncional de El Alto. Sólo su dueño, el señor Walter Mamani”, cuenta con rabia Carmen Rosa, que se alejó de este tipo de espectáculo porque luchar, rebelarse contra la injusticia y la explotación, es su leitmotiv, su modo de peleársela a la vida dentro y fuera del ring. “Por pelea hoy ganamos 250 bolivianos. Cuando yo salí campeona estaba luchando en el Multifuncional de El Alto y nos explotaban: los turistas iban y nos veían y pagaban, pero el dueño se llevaba todo el dinero. Cuando salí campeona, había unas 20 mil personas mirando y, ¿sabe cuánto gané? 120 bolivianos, que vendrían a ser algo así como unos 15 dólares”.

SEGUIRLA ABAJO DEL RING

“Como luchadora creo que ya voy terminando, estoy tratando de dejar lugar a los más jóvenes, creo que tenemos que hacer lugar a las nuevas generaciones. Y yo ya estoy vieja y algo cansada de pelear”, se sincera la campeona, con la voz entrecortada como si los años y el día a día le estrangularan el cuello contra las cuerdas. Pero para Carmen Rosa la lucha es su modo de vida. Y entonces no puede dejar de pelear. Dejará el cuadrilátero pero seguirá peleando desde abajo. “Estoy como vicepresidenta de un partido político que se llama Movimiento por la Soberanía. Me he metido en la política porque quiero que la mujer aymara, la mujer de pollera, siga saliendo adelante, que se culturicen más para poder ocupar cargos. No quiero defraudar como Evo Morales a la gente, a los que hemos confiado en él”.

Y Carmen Rosa se tiene que ir. Es tarde y todavía debe hacer las compras para el almuerzo de mañana. Después tendrá que ir a entrenar al gimnasio. Aunque anuncie su retiro todavía no se baja del ring. O no la bajan. Porque todavía no hay quien haya podido hacerlo. Una cholita malvada y sanguinaria, un cajón rompiéndose en su cabeza, un mánager explotador, un marido que le pide decisiones imposibles, la sociedad que ve a la mujer aymara como débil y sometida: El rival puede tener infinitas formas. Pero no hay quien pueda con ella. Por el momento, Carmen Rosa sigue peleando, porque como ella dice, es de ñeque, y ñeque en aymara quiere decir duro y fuerte como la tierra andina, esa tierra inquebrantable, inmortal.

El Día



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