domingo, 8 de julio de 2018

Ninja boliviano, el "mago de máscaras" en el periódico El Alteño

La nota periodística del Ninja Boliviano, mago de máscaras salió publicado el domingo 8 de julio en el periódico El Alteño.




Cholitas se agarran a puñetes en el hotel Havana de El Alto

El Alto, 8 de julio.- Desde el ingreso al inmueble los visitantes viven un mundo mágico. Les reciben con cohetillos al estilo preste, les ofrecen un paseo por el salón de eventos y bailes, aprenden de la cultura, costumbres y de la gastronomía andina. Y cuando los turistas extranjeros aún asimilan el derroche de colores e información sobre los ancestros, reciben la explican del porqué el lugar donde están se llama Cholet.

Así es la bienvenida que da a los turistas extranjeros en el hotel Cholet Havana que se encuentra instalado en la zona 16 de Julio. Los propietarios quieren que los visitantes vivan y sientan en carne propia la identidad andina.

Con la experiencia de la administración hotelera en el municipio de Coroico, la familia Condori apostó por El Alto bajo la lógica de que no existen ofertas particulares en esta urbe. Por eso se lanzaron con esta propuesta.

La idea nace como una alternativa frente al modelo administrativo tradicional del servicio hotelero por uno participativo. En el hotel Cholet Havana no existe una línea de recepción; por el contrario, se rompen moldes. Los anfitriones les ofrecen un recorrido y les dan información sobre los ambiente del hotel y la zona dndonde está emplazada la cultura andina (fiestas y danzas tradicionales)y otros aspectos de El Alto. Todo ello como si fueran amigos, como si fueran compadres.

“Los turistas están hartos de lo mismo, lo tradicional. Ellos quieren compartir experiencias y eso es lo que les brindamos. Hemos ido mejorando las condiciones del edificio”, explicó Roy Manuel Condori, Gerente Propietario.

El edificio comenzó a funcionar como hotel en marzo, en cuatro meses albergó a más de 500 extranjeros de diferentes nacionalidades: franceses, alemanes, árabes e ingleses a quienes les pareció muy interesante el hotel.

El cholet tiene cinco pisos, su fachada andina fue pintada con verde y negro, muy llamativos a los ojos de los turistas. Su salón de fiestas es el mejor de El Alto, ha sido decorado con diseños, figuras geométricas, columnas y arcos de color naranja y amarillo.

Tiene 12 habitaciones tapizadas con aguayo. En el interior muestran diseños de cuadros de la artista paceña Sofía Monrroy quien tuvo la idea de pintar cuadros en aguayos con diferentes temáticas, como La Cholita en el Teleférico, Los yatiris, Las Cholitas luchadoras y danzas folclóricas. En cuanto a la gastronomía, cómo no, es andina, por lo que el chairo, el plato paceño, el pesq’e y el charquecan son los platos favoritos.

Para elevar al máximo la adrenalina de los turistas, el hotel Cholet Havana tiene en su programación semanal la presentación de las cholitas luchadoras. En medio del salón del hotel se instala una tarima y alrededor de 200 turistas se convierten en espectadores y a veces hasta son protagonistas de la lucha libre, pues son zarandeados por las luchadoras más rudas.

“Los turistas vienen encantadísimos, hay una repercusión económica grande que se genera en la zona porque vienen más de 200 turistas los días jueves, vienen por el teleférico, compran cosas de las zonas de barrio”, dijo Condori.

Seguirán haciendo más eventos de diferente índole para atraer al turista, a través de acuerdos con diferentes empresas turísticas, instituciones, agencias de viajes y empresas privadas para un mejor servicio. El servicio que brindan logró una buena calificación entre la hotelería de La Paz.

El nombre nació por un amigo cubano que decía que la Havana era lo mejor del mundo, hoy es un modelo mágico en El Alto.

//Urgentebo

jueves, 5 de julio de 2018

Ninja boliviano, más de 15 años confeccionando máscaras

La Paz, 5 julio.- La máscara es la esencia de un luchador, sirve para cuidar la identidad de un personaje encima del cuadrilátero. Emert Cori, conocido en el mundo de la lucha libre como Ninja Boliviano, no solamente domina el cuadrilátero con sus espectaculares llaves y caídas pues hace más de 15 años atrás se ha convertido en confeccionista y diseñador de máscaras de luchadores bolivianos.

Este joven luchador hizo máscaras para Histeria, Míster Veneno, Súper Muñeco, Caballero Tigre, Kunfu boliviano y Sombra Vengadora Padre, ha elaborado 300 máscaras aproximadamente. Utiliza una máquina de coser y mucha imaginación, también ha confeccionado mallas, capas, buzos, muñequeras, manoplas, poleras, canilleras y rodilleras.

Hasta el momento su mayor logro fue haber confeccionado máscaras para México de Blue Demon, Doctor Wagner, El Místico, Santo, Tinieblas y Mil Máscaras.

“En la lucha libre la máscara se ha convertido en señal de identidad, en promesa de amenaza y en protectora del rostro cotidiano, empodera al luchador, le permite una transfiguración heroica y trasciende valores predominantes encima del ring”, explica Ninja Boliviano.

Con un semblante lloroso agradece a Sombra Vengadora Padre por haberle formado como luchador profesional. Las primeras máscaras que ha elaborado fueron de Black Panter y Águila Tapatía en la década de los noventa.

Historia de la lucha libre

Para el Ninja Boliviano el “Santo”, es el luchador enmascarado de origen mexicano con mayor influencia en toda la historia luchística por su participación en el séptimo arte, derrotar villanos en películas de antaño marcaron la vida de cientos de cinéfilos de Mexico y Bolivia.

En reiteradas oportunidades se ha visto desafíos máscara contra cabellera, según el Ninja Boliviano la pérdida de la máscara (que un rival se la quite a otro) significa el retiro definitivo del luchador, en pocas palabras la muerte total del personaje que quedará registrada en la memoria de cada uno de los amantes de la lucha libre.

“En nuestros días no hay mayor tragedia que perder la máscara, por eso son contadas las ocasiones en que los luchadores con mayor tradición la exponen y normalmente se hace desafíos sangrientos contra sus más acérrimos rivales”, puntualizó.

Profesor de lucha libre

Actualmente, Ninja Boliviano impulsa una escuela de lucha libre en el gimnasio Sparta ubicado en la avenida Buenos Aires, esquina Villamil de Rada, frente al mercado Hinojosa. Tiene 17 alumnos registrados, cuentan con personal capacitado para el adecuado aprendizaje del deporte espectáculo de la lucha libre, al margen del Ninja también instruyen el entrenamiento Comando Zabala, Histeria y Míster Atlas. Su principal objetivo formar peleadores de las nuevas generaciones.

Las personas interesadas en adquirir una máscara de lucha libre y entrenar lucha grecoromana pueden contactarse vía WhatsApp y llamadas al 725 25 0 27.

AM/EABOLIVIA.COM




El Magnífico devela su vida

La mayor apuesta que puede hacer un contrincante de lucha libre es poner en la línea de fuego su máscara o su cabellera. Estos enfrentamientos generan mayor expectativa en el público y son las peleas centrales en el cuadrilátero dominguero en el Multifuncional de la Ceja de El Alto. Mario Parisaca, conocido también como El Magnífico, lucha desde hace más de dos décadas y ha hecho que un par de contrincantes pierdan su preciado cabello.

De lunes a sábado, su oficio es diseñar y confeccionar todo tipo de atuendos en su taller Sastrería Parisaca Fashion, en el barrio de Los Pinos. Comenzó con este oficio cuando aún estudiaba para salir bachiller. Todos los días caminaba desde la zona de La Portada (norte de la ciudad) hasta Sopocachi para aprender a remendar, zurcir y modificar prendas. Su sueldo era de 5 bolivianos a la semana, monto que luego fue creciendo paralelamente con su experiencia con la aguja y las tijeras.

Cuando se sintió listo, abrió su primer taller. Y tras este logro decidió cumplir aquel sueño que tenía desde niño: coser su propio traje de lucha libre. Y es que Mario creció admirando a figuras como Tataque y Sombra Vengadora, en su pueblo natal, Puerto Acosta. Cuando se trasladó a La Paz, al fin pudo verlos luchar en el cuadrilátero del Olimpic Ring en San Pedro y en el exzoológico.

La llamada a este deporte le llegó a sus 24 años. Le dijeron que ya había pasado su tiempo, que era muy viejo, pero inspirado por las trayectorias de los grandes de esta afición, no se dio por vencido. Durante dos años solo entrenó, luego dio exhibiciones gratuitas y cuando su nivel mejoró, comenzó a cobrar por cada enfrentamiento. Su primer traje era rojo con negro y lo diseñó y confeccionó él mismo, a excepción de las botas. Se inspiró para el atuendo en luchadores mexicanos clásicos como El Santo o Blue Demon.

Majoto Morimitsu, El príncipe de Tokio, fue uno de sus instructores. Junto a él entrenó, tres veces a la semana, un grupo de jóvenes apasionados por la lucha que hizo giras por todo el país. “En una oportunidad en la que visitamos Huanuni (Oruro) me enfrenté a tres oponentes diferentes, porque éramos pocos y teníamos que completar cinco peleas. Volví feliz, pero muy lastimado a La Paz”, narra entre risas.

Durante ocho años, desde 2000 hasta 2008, Mario peleó cada fin de semana en espectáculos que tenían muy buen nivel, junto a las recientemente aparecidas cholitas cachascanistas. Los shows más gustados enfrentaban siempre a un rudo y a un técnico, oponiendo técnica y acrobacia contra fuerza, astucia y trampa.

“Los luchadores pueden ser rudos o técnicos. Un buen rudo tiene que hacerse odiar: mientras más lo silbe el público, mejor. Como no son tan ágiles como los técnicos, utilizan palos, sillas, focos alógenos o cualquier otra cosa para golpear. También dan golpes bajos. Mientras que los técnicos tienen que jugar limpio, hacen piruetas y saltos. Así, cuando se enfrentan, hacen un buen espectáculo”.

El objetivo de la lucha es entretener al público. Por eso los desafíos le dan más emoción. Cuando dos contrincantes se transforman en rivales, apuestan su identidad como luchadores, que está representada en la máscara o en la cabellera —aunque también puede ser un duelo de máscara contra máscara, por ejemplo—. Si gana el de la máscara, un peluquero entrará al cuadrilátero al final de la pelea para dejar el cuero cabelludo del perdedor al descubierto. Y si gana este último, desenmascarará a su rival frente a todos.

En casos excepcionales, el público puede perdonar al perdedor si considera que la pelea se ha ganado injustamente. “La gente a veces no acepta que se gane con mucha trampa, así que apoya al perdedor, hasta que el otro lo deje con su máscara o su cabello sin cortar”, explica el luchador.

Mario es técnico, pero también pelea como rudo cuando la situación lo amerita. En esos casos, es necesario que cambie de nombre y traje para que la gente no se confunda. Como rudo es conocido como La Calaca y tiene un traje negro que simula los huesos de un esqueleto.

Todo por el espectáculo

Quienes practican la lucha corren muchos riesgos. Para muchos espectadores, los objetos que utilizan están construidos para no lastimar o la pelea está coreografiada, pero El Magnífico asegura que no hay nada de eso. Durante una pelea, la adrenalina impide que los luchadores sientan el dolor de sus heridas en toda su magnitud, pero una vez que su efecto pasa llegan las consecuencias.

Parisaca se ha dislocado diferentes dedos de la mano, una rodilla, la mandíbula y el hombro, que es su lesión más seria. Durante mucho tiempo el único tratamiento al que pudo recurrir, como muchos de sus compañeros, fue al que ofrecen los curanderos naturistas. Después de mucho tiempo se organizaron y accedieron a un seguro de salud que les permitía recibir atención médica en caso de que sus heridas fueran graves.

Elena es la esposa de Mario, y si bien solía disfrutar de los espectáculos domingueros con él, ahora está más preocupada por su salud y le pide que deje el ring.

El tiempo ha marcado su paso. Con 46 años, y más de dos décadas en diferentes cuadriláteros, Mario ha dejado atrás su primer traje rojo y cosió otro, uno más cómodo, que luce los colores de su equipo de fútbol, The Strongest. Tiene cuatro hijos —Gilda, Edson, Lilian y Yuri— y la pasión luchadora se ha transmitido a la siguiente generación. Edson, de 19 años, comenzó a luchar a sus 15 bajo el pseudónimo de El Magnífico Junior. Es técnico al igual que su padre y solo intentó luchar de rudo una vez, aunque el joven comenta que no le fue nada bien en ese rol.

“Edson pelea, pero como se fue un año al cuartel y ahora va a entrar a la universidad, ya no tiene tanto tiempo. El pequeño, Yuri, ha peleado unas cuatro veces, vestido de Chucky (el muñeco diabólico), pero ya no va más porque después quiere lanzarse de los pupitres en el colegio”, dice el papá.

Si bien el sastre aún continúa subiendo al ring del Multifuncional de la Ceja de El Alto, va cada vez menos. Han aparecido diversos grupos y solo hay un lugar apto para estos enfrentamientos, por lo que tienen que turnarse. “Algunos no hacen buena lucha, ponen jóvenes aficionados que solo han entrenado un par de meses. Esto es porque a ellos se les puede pagar menos, y como son nuevos, se conforman”.

Todos los días, Mario sale de su casa en El Alto y llega a la sastrería. Este trabajo le ha permitido mantener a sus cuatro hijos y darles una profesión —Gilda estudia Odontología y Edson entrará a Medicina. Coser fue el camino a una vida próspera y también lo ayudó a cumplir su sueño: transformarse en El Magnífico y escuchar desde el ring el apoyo del público, que aún le pide que se levante y siga peleando.

La Razón

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