viernes, 31 de julio de 2009

Juanita “La Cariñosa” Vs. el “Hombre Lobo”


Sin lugar a dudas Juanita La Cariñosa es “UNA DE LAS MEJORES” luchadoras bolivianas por su agilidad, destreza y velocidad dentro del cuadrilátero, así lo ha demostrado las veces que ha enfrentado a los luchadores tétricos y de ultratumba como “La Momia de Guanajuato” y el “Hombre Lobo”.
En la Imagen Juanita salta desde la tercera cuerda avasallando al Hombre Lobo y sus monjes y en la imagen de abajo Juanita permanece con el rostro ensangrentado tras la brutal pelea con el Hombre Lobo.
Desde este weblog agradecer por enviarnos las fotos al Sr. Benjamin Simonini gran Luchador de Furia de Titanes y Lucha de Campeones de ATB y la Red UNO (1998-2000)

martes, 28 de julio de 2009

Juanita “La Cariñosa” y Nell Haynes

Juanita “La Cariñosa” y Nell Haynes Juanita “La Cariñosa” es un personaje conocida a nivel mundial por haber participado en julio de 2008 en el Programa de Cristina Saralegui en UNIVISIÓN (Miami) élla ha peleado con luchadores de México y EE.UU.

Nell Haynes es una antropóloga de EE.UU. e interesada en el rol de la mujer aymará y mucho mas de las “cholitas luchadoras” converso el pasado domingo 26 de julio con Mery Llanos y su nick de wrestling andino “Juanita”.


Contactos: luchalibrebol@gmail.com
Weblog: Lucha Libre Boliviana

domingo, 26 de julio de 2009

El Santo estará en Bogotá en el mes de Agosto

El Hijo del Santo estará en nuestro país en el mes de Agosto para participar en conferencias y exposiciones que se realizarán en la Biblioteca Virgilio Barco de Bogotá.

Del 12 al 31 de Agosto los Bogotanos y fanáticos de la Lucha Libre podrán disfrutar de una exposición en la que veremos uniformes, capas, máscaras y articulos utilizados por el gran Rodolfo Guzmán Huertas " El Santo".

El Viernes 14 de Agosto a las 5:00 p.m., El Enmascarado de Plata estará contándonos acerca de su carrera e iconografía de la Lucha Libre mexicana.

Extraido del blog Extreme Lucha

viernes, 24 de julio de 2009

México: Cae sospechosa de asesinar envenenados a Luchadores

Una mujer de 65 años fue detenida y señalada como una de las dos presuntas asesinas de dos luchadores enanos profesionales, que se cree fueron envenenados con gotas oftalmicas en un hotel de la ciudad de Mexico, informaron el martes autoridades locales.

Los cuerpos de los hermanos Alberto y Alejandro Jimenez, conocidos en el mundo de la lucha libre como Parkita y Espectrito Jr., fueron encontrados a finales de junio y las autoridades de inmediato señalaron que habrian sido asesinados por dos presuntas prostitutas con las que habian entrado a un hotel del centro de la capital.

Estela Gonzalez, de 65 años y alias La Tia, fue aprehendida el martes por autoridades que la identificaron como una de esas dos presuntas prostitutas que asesinaron a los luchadores.

Ya nos vamos. Los caballeros se quedan a descansar, habrian dicho las dos mujeres a la recepcionista del hotel, segun señalo la Procuraduria.

La autoridad señalo que antes de ir al hotel, La Tia y su amiga identificada solo como La Gorda estuvieron con los luchadores en la Plaza de Garibaldi, una zona del centro de la ciudad hasta donde llegan turistas a escuchar cantar a mariachis.

La Procuraduria encontro en los cuerpos de los luchadores la presencia de ciclopentolato, una sustancia utilizada en gotas oftalmicas y que combinada con alcohol dañan el sistema nervioso y provoca un paro cardiorespiratorio.

La Tia fue detenida tras rastrear llamadas hechas desde un telefono celular que al parecer le robo a una de las victimas.

La lucha libre es un espectaculo de gran popularidad en Mexico, en donde luchadores ataviados con coloridas mascaras y trajes suben a un ring divididos en dos bandos: los rudos y los tecnicos. Las veladas de lucha suelen convocar a miles de aficionados que vitorean a sus idolos.

Extraido de Extreme Lucha y Noticia 24

lunes, 20 de julio de 2009

¡Las cholitas se defienden!

En las arenas de lucha de Bolivia, las faldas vuelan cuando las cholitas se defienden
En un cuadrilátero improvisado en un traspatio, Carmen Rosa (al centro, de amarillo) se enfrenta a Yolanda la Amorosa en una práctica. Carmen Rosa es la jefa del advenedizo grupo de lucha las Diosas del Ring, que se escindieron de los Titanes del Ring desués de algunas disputas con Juan Mamani, representante del grupo.

Foto de Ivan Kashinsky

En el mayor gimnasio municipal de El Alto, Bolivia, la luz del día se desvanece a través de los ventanales, y cientos de personas sentadas en las gradas comienzan a impacientarse. Llevan allí más de dos horas, abucheando y silbando, y alentando a la sucesión de artistas que se han enfrentado en el centro del gimnasio para competir en ingenio y realizar deslumbrantes proezas de fuerza y destreza. Pero se está haciendo tarde y por encima de la música disco que suena a todo volumen, puede oírse como aumenta el volumen del ruido que produce el golpe de los pies contra el piso así como los impacientes silbidos: “¡Que salgan!”.

Aumenta el volumen de la música y de los silbidos; hay la sensación de que está a punto de estallar una rebelión, pero finalmente las luces del local parpadean y se atenúan, y la música pasa del pulso del chunca-chunca a un tecno-huayno boliviano contemporáneo. Las cortinas que conducen hacia los vestuarios se abren: Yolanda la Amorosa y Claudina la Mala, las estrellas de esta noche, hacen su muy esperada aparición ante un clamoroso aplauso.

Como muchas mujeres de ascendencia aymara, Yolanda y Claudina van vestidas a todo lujo: lustrosas polleras sobre varias enaguas, bombines y chales bordados sujetados con filigrana. Sus trajes refulgen bajo los reflectores al tiempo que se pasean majestuosamente frente a las gradas, saludando a su público con refinadas sonrisas de princesas, girando y saludando con gracia hasta que la música se detiene. Esa es la señal para que las dos mujeres se lancen diestramente sobre el cuadrilátero que ha sido el centro de la actividad de esta tarde. Se quitan el sombrero rápidamente, se desprenden de sus chales y… ¡Zas! Claudina le zampa una a Yolanda, Yolanda abofetea a Claudina, esta intenta escapar, pero Yolanda la toma de las trenzas y la hace girar; Claudina gira en el aire, vuelan sus enaguas y sus trenzas, cae de espaldas sobre la lona, boqueando como un pez. El público enloquece.

Sean bienvenidos al delirante mundo de la lucha libre boliviana. En la fría, desarbolada y dura ciudad de El Alto, situada a 3900 metros sobre el nivel del mar, habita un millón de personas. La mayoría se refugió ahí durante las últimas tres décadas para escapar de la miseria generalizada del campo. Los más afortunados cuentan con empleo fijo en el hundido valle de La Paz, ciudad capital que se domina desde El Alto. Pero la mayoría de los alteños se dedica a la venta de ropa, cebollas, DVD piratas, muñecas Barbie, autopartes, pequeños mamíferos disecados para rituales mágicos. Los más pobres se emplean como bestias de carga. Todos ellos batallan con el tránsito imposible, una constante escasez de combustible y de agua, la pesada fatiga del trabajo enbrutecedor, una vida llena de obstáculos. Cuando terminan de trabajar, les hace falta divertirse, y cuando quieren divertirse, nadie sabe qué se les ocurrirá. Recientemente, inventaron el extraordinario espectáculo de las cholitas luchadoras, que ha dado nueva vida a la versión boliviana de la lucha libre mexicana, un espectáculo de formato libre, mezcla de melodrama, combate de lucha y alboroto.

“¡Cuidado!”, grita el público entero.

Yolanda está celebrando una victoria, pero Claudina, como prueba de su malévola naturaleza, está a punto de lanzársele por detrás. Yolanda gira demasiado tarde; Claudina la tumba y se encarama sobre las cuerdas como una demente: “¡Soy la más bonita! –le grita al público– ¡Todos ustedes son feos! ¡Yo soy la mejor! ¡Los gringos me vienen a ver a mí!”.

En efecto, los extranjeros que copan tres hileras de asientos situados justo junto al cuadrilátero están mirando con los ojos desorbitados, pero en realidad ellos no importan. Las cholitas actúan para sus compatriotas bolivianos.

Claudina, quien oficialmente es una “ruda”, o mala, hace un buche con gaseosa y rocía al público con esta en el preciso instante en que Yolanda, una “técnica”, o buena, se abalanza sobre ella y la arrastra hacia las gradas, lo cual obliga a los espectadores a dispersarse gritando, a la vez alarmados y extasiados. ¡Gana Yolanda! ¡No, gana Claudina! ¡No, Yolanda! ¡Pero esperen! El público grita porque una nueva amenaza ha hecho su entrada silenciosa: Abismo Negro –o quizá se trate de Muerte Satánica o el Esqueleto Blanco; resulta difícil mantenerse al tanto– ha saltado al combate y le aplica a Yolanda una feroz llave en la pierna. La situaciónparece desesperada, pero no, ¡de la nada aparece el Último Dragón, y carga una silla! ¡Con ella golpea en la cabeza a Abismo Negro, o quizá al Esqueleto, o tal vez a Yolanda! Hasta Claudina parece haber perdido la noción de quién es quién: Se abalanza contra su propio aliado, el repugnante Picudo. “¡Ha quedado destruido para siempre!”, vocifera frenético el maestro de ceremonias.

O casi para siempre: En la lucha libre, ninguna derrota es definitiva.

“Lo que quiero que quede bien claro –dice Juan Mamani, quien combate como rudo bajo el sobrenombre de “El Gitano” y es el encargado del espectáculo– es que la idea de las cholitas se me ocurrió a mí”. Mamani es un hombre alto y anguloso a quien, siendo generosos, llamaríamos poco amigable. Da por terminadas las conversaciones telefónicas cortándolas, no se presenta a las citas que se ve obligado a concertar e intenta cobrar por las entrevistas. Sus cholitas le tienen pánico. “¡No le diga que usted me llamó; no le diga que tiene mi teléfono!”, me suplicó una de ellas.

Lo perseguí hasta un lugar cercano al gimnasio de El Alto y, después de un comienzo poco alentador (intentó repetidas veces esquivarme), dije las palabras mágicas “México” y “Blue Demon.” De pronto, el rostro de Juan Mamani, el ogro, se volvió todo sonrisas. “Mi mayor pasión es la lucha –dijo–. Y para nosotros, México es el ejemplo a seguir. Blue Demon es, para mí, lo más grandioso”.

Las luchadoras de Mamani trabajan durante el día, y él se gana la vida con un pequeño taller de reparaciones eléctricas. Pero ha invertido buena parte de las ganancias de su vida en un enorme cuadrilátero de lucha en su casa, donde su grupo entrena. Les paga a las luchadoras entre 20 y 30 dólares por combate y tal vez él mismo no gane cantidades mucho mayores. “Acá en Bolivia es imposible ganarse la vida con esta gran pasión mía”, afirma Mamani.

Su sueño era crear una escuela boliviana de héroes de la lucha libre que igualaran las proezas de las grandes leyendas de la lucha libre mexicana; los arriesgados saltos mortales y marometas, los singulares trajes y el porte real. ¿Había visto yo luchar a Blue Demon? ¿En verdad? Cuando me fui, me dio la mano.

Hace unos siete años, cuando lo inquietaba la escasez del público que asistía al espectáculo semanal de la lucha libre en el gimnasio de El Alto, a Mamani se le ocurrió la inspirada idea de enseñar a las mujeres a luchar y subirlas al cuadrilátero con atuendos de cholitas. Marta la Alteña, una luchadora extrovertida que no tiene una musculatura notable, pero es muy fuerte, estaba entre las más o menos 60 jóvenes que respondieron a la invitación de Mamani para participar en una audición abierta. Al igual que las ocho que terminaron por quedarse, tiene antecedentes en la lucha. “Mi padre fue una de las primeras Momias”, dice orgullosa al referirse a una de las criaturas más queridas o aterradoras de la lucha boliviana.

Yolanda la Amorosa también aprendió de su padre luchador porque aún cuando sus padres se separaron en términos poco amistosos cuando ella era bebé, solía entrar a hurtadillas en El Coliseo del centro de La Paz (desaparecido desde hace mucho) para verlo pelear. “Pero muchas veces los hombres no creen en las mujeres –me dijo–. Una vez le oí decir a mi padre que desearía haber tenido un hijo en mi lugar, para que siguiera sus pasos como luchador”. Cuando se enteró de la audición de Mamani, Yolanda, que todavía se llamaba Veraluz Cortés, se apresuró a presentarse, lo cual tuvo como consecuencia una desavenencia temporal con su padre. Aún no queda claro si su estrellato en la lucha contribuyó al rompimiento de su matrimonio.

Fuera del cuadrilátero, Marta la Alteña suele ir vestida al estilo llamado de “señorita” (pantalones de mezclilla y suéter) y parte del glamour de su traje de cholita lo brindan sus lentes de contacto color azul turquesa. Yolanda, por su parte, que es tan delgada como intensa, lleva bombín, polleras y chal hasta cuando teje suéteres en su trabajo diurno, y se considera una cholita auténtica.

“A veces mis hijas me preguntan por qué insisto en hacer esto –declara–. Es peligroso; nos lesionamos mucho y mis hijas se quejan de que la lucha no aporta dinero al hogar. Pero yo debo mejorar cada día. No por mí misma, por Veraluz, sino por el triunfo de Yolanda, una artista que se debe a su público”.

Esperanza Cancina, de 48 años y quien vende ropa usada para subsistir, ha instalado a su numerosa prole y a su voluminosa persona en una esquina a salvo de las palomitas de maíz y los huesos de pollo, y botellas de plástico vacías que el público gusta de lanzar a los rudos. Los asientos situados junto al cuadrilátero cuestan alrededor de 1.50 dólares cada uno, nada barato, pero la señora Cancina asiste fielmente al espectáculo cada dos domingos. “Pasamos el rato –explica–. Las cholitas luchan acá y nosotros reímos y olvidamos nuestras penas durante tres o cuatro horas. En casa, estamos tristes”.

A nuestro alrededor, los integrantes más jóvenes del público, incluyendo a sus nietos, corren por las orillas del cuadrilátero en un delirio de adrenalina. La música retumba y es difícil sostener una conversación, pero la señora Cancina es afable y comedida. Tuvo 12 hijos, dice, pero después de una pausa señala que seis murieron. ¿Cómo? Su rostro adquiere una dolorosa expresión de vacuidad. “Escarlatina, diarrea, esas cosas…”, murmura, y debe repetir su respuesta por encima del ruido. ¿Le habría gustado ser luchadora también? “Claro que sí –dice–. Nuestros maridos se burlan de nosotras, pero si fuéramos luchadoras podríamos expresar nuestra furia”.

En la parte larga de las gradas, la mejor zona para lanzar huesos de pollo, Rubén Copa, un zapatero de La Paz de sonrisa fácil y amable, espera impaciente el último combate de la tarde: La Momia Ramsés II luchará con más cholitas cuyo nombre no se anuncia aún. Quiero saber si es cierto que los hombres asisten a la lucha libre sólo para verles los calzones (muy recatados) a las cholitas. Por un momento parece ofendido, pero luego vuelve a sonreír. “¡No es cierto! –responde– ¡Yo vengo a verlas luchar! Ya verá con sus propios ojos lo buenas que son”.

Y en efecto, pocos minutos después la invencible Momia Ramsés II aparece ataviada con un overol manchado de rojo y una peluca enmarañada, arrastrando a una cholita mientras la otra busca algo con qué prenderle fuego, los niños lanzan gritos de delicioso terror y la señora Cancina impreca de viva voz a la Momia –con palabras que no pueden imprimirse en esta revista–, con una sonrisa de oreja a oreja. La Momia estruja a su víctima contra la pared, y parece que las cholitas lo tienen difícil, como nos advierte el maestro de ceremonias, en este definitivo y final combate. Las cosas parecen muy, pero muy difíciles. Sin embargo, algo me dice que una cholita nunca se rinde.

¡Y aquí llega Marta volando por los aires!

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sábado, 18 de julio de 2009

Sangre y rudeza con las “Cholitas wrestling”


Para que el mundo sepa en El Alto y en Bolivia se practica el mejor ¡Wrestling latinoamericano! y ¡Viva el Wrestling boliviano…!

jueves, 16 de julio de 2009

Atraen atención "cholitas luchadoras"

Los fines de semana, cuando el sol muerde el horizonte en Bolivia y se refracta en el nevado Illimani, las 'cholitas catchascanistas' deleitan al público con encuentros de lucha libre la arena más alta del mundo.

Vestidas de faldones, mantillas y sombrero hongo, las mujeres de rasgos amerindios visten su historia desde el ring de madera, instalado en este 'Tíbet' sudamericano, a poco más de cuatro mil metros de altura sobre el nivel del mar.

Ellas son altivas y visten con elegancia costosos trajes bordados a mano que con garbo llevan al ring, desde donde sus floridas vestimentas vuelan de la tercera cuerda hacia el piso y sirven en ocasiones de 'alfombras' del o la rival.La altivez de la cholita catchascanista 'Carmen Rojas' muerde el polvo momentos después de pasearse muy oronda cerca a las tribunas. Martha, 'La Alteña' la 'ubica' de un sillazo en la cabeza y la derrota en la jornada vespertina de lucha libre.

Su nombre real es Giovanna Silvia Huapañaco, una profesora técnica vocacional de 30 años, quien pierde los papeles cuando Martha, 'La Alteña' le pega con una silla metálica en la cabeza.

Grita, insulta, pero no logra variar la sentencia de los jueces.

Momentos antes, en una esquina del cuadrilátero, Martha 'La Alteña', pone la mano en el piso del tabladillo y se persigna antes de iniciar la lucha libre; luego se olvida de Dios y manda en varias oportunidades a la lona a 'Carmen Rojas'.

En el Coliseo Multifuncional 'Heriberto Gutiérrez' se realiza el espectáculo de catch-as-can (agárrate como puedas), una lucha libre estilo andino donde la población de sangre mixta o mestiza, de rasgos amerindios, viene a deleitarse.

'Este es el único caso de mujeres luchadoras de polleras en el mundo', afirma Carmen Rojas poco antes de que llorara su derrota y terminara cojeando por la paliza que le dio 'La Alteña', una ruda y rolliza mujer de tez blanca.

'En Bolivia hay mucho racismo, especialmente contra las señoras de pollera que son discriminadas. Nosotros somos cholas y en protesta por el maltrato vestimos la pollera y así salimos a luchar', comenta esta mujer. Leer texto original.

lunes, 13 de julio de 2009

¡Cholitas Wrestling en acción!

Desde La Paz Bolivia para todo el mundo, las ¡Cholitas Wresting en acción!

"Estas escenas se viven y se sienten domingo a domingo en El Alto"

viernes, 10 de julio de 2009

Bolivia La Paz II "Cholitas Luchadoras"







Como lo prometido es deuda, aquí os dejamos un pequeño documento visual por nombrarlo de alguna manera, de la tradicional lucha de cholitas que tiene lugar cada domingo en la zona del alto de La Paz.
Es un espectaculo como el de lucha libre pero donde los luchadores son Cholitas las mujeres típicas de Bolivia, cuya vestimenta consiste en unas enormes faldas muy abultadas y unos sombreros que parece que no les caben en la cabeza.
En ocasiones el espectaculo deja un poco que desear en cuanto a la calidad, pero es una tradición dominguera donde asiste todo el pueblo, incluso y aunque parezca mentira tambien niños pequeños.
Bueno la proxima noticia sera del desierto de sal y como el material es bastante consistente os haremos esperar un par de dias!!!!
Esperemos que mientras disfruteis de lo vivido!!!

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sábado, 4 de julio de 2009

Las "Cholitas Luchadoras" por Latinoamerica

miércoles, 1 de julio de 2009

El Alto vibra en Bolivia con luchas entre "cholitas"

El Alto vibra en Bolivia con luchas entre “cholitas”

EL ALTO, BOLIVIA.- Para espanto de los machistas, la estirpe de la "cholita", joven y elegante mujer mestiza de las urbes andinas, incursionó en la lucha libre en la ciudad más combativa y rebelde de Bolivia.

En El Alto, empobrecida ciudad de 700,000 habitantes contigua a La Paz, los domingos ya no son los mismos.

Enormes filas de aficionados al rudo deporte se forman tumultuosamente ante las boleterías del Coliseo Polifuncional para vibrar con "Los Titanes del ring", una legión de 30 luchadores, entre ellos diez mujeres, cuatro de ellas "cholitas".

Las "cholitas", hasta ahora, habían irrumpido como hábiles jugadoras de futbol y protagonizan atractivos campeonatos locales con sus largas polleras (faldas) a cuestas.

Pero arriba del ring, la cosa cambia

"Yo vengo por las ?cholitas?, son las reinas del cach (del inglés ?catch as can?, antigua denominación de la lucha libre en América Latina)", dijo Elena Choque, "chola" de unos 50 años, vestida, como aquéllas, con polleras, llamativa blusa bordada bajo un enorme chal de lana y tocada por un sombrero, lo más parecido al clásico "bombín" inglés.

"Las cholitas son las más ?machas?", aseguró Luis, de 12 años, uno de decenas de humildes niños, muchos de ellos lustrabotas con pasamontañas en el rostro, formados ante las boleterías del pequeño escenario deportivo.

Para varios periodistas alteños, organizadores de un programa especial de "Los Titanes del Ring" a beneficio navideño de la niñez de la ciudad más pobre de Bolivia, "las cholitas luchadoras son dignas hijas de la rebeldía de El Alto", según uno de ellos, Augusto Martínez.

En las polvorientas calles y barrios de El Alto, ciudad de obreros, campesinos y desempleados, se encendió la mecha de una revuelta popular que en octubre de 2003 alejó del poder al empresario neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada, forzándolo a renunciar la presidencia de la nación con un saldo de 67 muertes y más de 200 heridos.

Furias del ring

En torno al cuadrilátero, unos 800 apretujados espectadores rugen en las tribunas con las mañas antideportivas de Comando Zabala, el más sucio de varias y consecutivas peleas entre técnicos y rudos.

En los camerinos, dos "cholitas" comparten con enormes luchadores un mínimo espacio para calentar y estirar los músculos antes de subir al ring para una lucha mixta entre dos parejas, la más esperada de todas, la de fondo.

Una de ellas es "Julia, la paceña", es decir oriunda de la vecina y populosa hondonada urbana llamada La Paz, sede de gobierno y principal ciudad boliviana.

"Este es un deporte bastante rudo, pero nos gusta", dijo Julia, mientras la espigada luchadora, de 29 años, casada también con un "cachascanista" y madre de dos hijos, de 12 y dos años, salta y lanza algunos golpes al aire.

Hija de un antiguo luchador, del bando de los rudos, conocido como El Buitre, Julia salió "técnica" y es una de las "cholitas" más queridas y aplaudidas del ring.

"Esto lo llevo en la sangre", agregó la luchadora, que divide sus agotadoras jornadas de entrenamientos nocturnos con las tareas del hogar.

"Quiero ser campeona", sostuvo al rememorar que fue su padre quien le inculcó una afición convertida en oficio, como contemporáneo admirador de aquellos grandes de la época de oro de la lucha libre mexicana, como El Santo, Huracán Ramírez o Blue Demon.

Carmen Rosa, en cambio, tiene el extrovertido carácter de una auténtica "cholita ruda".

De 34 años, también madre de dos hijos, tiene la ventaja de ser la esposa de alguien que no frecuenta el ring ni los gimnasios.

"Mi esposo es artesano, el primero de mis admiradores y el que más me apoya en esto que es mi pasión", dijo con un maquillaje algo recargado en su rostro sonriente.

"Es que como soy de las ?malas?, y ?de las mejores?, aclara, me maquillo para que no me reconozcan fuera. Aquí en el coliseo nos agreden, porque al público no le gusta que yo gane o abuse de sus ?técnicas?", explicó.

"La gordita", como le gritan muchos de sus detractores, también aspira a ser campeona y poseedora del primer cinturón de la categoría que disputan las "cholitas" luchadoras de El Alto.

Patadas voladoras

En la esperada pelea de fondo, "Julia, la paceña" hizo pareja con el experimentado y técnico Halcón de Plata, de radiante y popular máscara púrpura, para enfrentar a Carmen Rosa, secundada por El Gitano, un fornido melenudo repudiado como uno de los rudos más agresivos del cuadrilátero alteño.

Con las largas polleras y una bien disimulada y larga ropa interior, al estilo europeo de la edad media, las "cholitas" ofrecieron a las bulliciosas tribunas una variada demostración del viril deporte de los candados, las tijeras, las patadas voladoras y los abrazos del oso, entre otras llaves.

"Esto va en serio (...) no es ?tongo? (farsa)", gritó repetidas veces por los altoparlantes el relator y presentador de la lucha, cuando sus protagonistas cayeron del ring para trenzarse en el suelo en una auténtica batalla campal, entre el griterío de la multitud.

El árbitro, expulsado por su "parcialidad" a favor de los sucios, no alcanzó a levantar los brazos de los triunfantes técnicos: la "cholita" Julia y su maltrecho Halcón.

Bañado el rostro del Gitano con sangre de utilería y la aguerrida ?cholita? Carmen Rosa con las largas trenzas de cabello deshechas por tantos tirones, la pareja perdedora corrió a los vestuarios bajo una lluvia de proyectiles. Leer texto original.

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