Ya por la tarde, me encuentro en el centro de la ciudad con el periodista Alberto Medrano, que trabaja para la empresa que organiza las luchas de las cholitas. Nos vamos a un barrio no muy lejano de allí, Villa Victoria, donde en el coliseo del mismo nombre van a llevarse a cabo los combates.
No hay nadie todavía, el lugar es deprimente, como abandonado y dejado de la mano de la suerte latinoamericana. Llegué a las 5 y salí de allí a la 1 de la mañana. La puntualidad no es virtud boliviana en absoluto. En todo ese tiempo tuve mucho espacio para conocer a las cholitas “Juanita la cariñosa”, “Reyna”, “Benita la intocable y “Rosa la cholita”. Hay también luchadores hombres pero la verdad no me interesan mucho esta vez.
“Juanita la Cariñosa” tiene 29 años y dos hijos, una niña de 12 y un niño que apenas dio a luz hace dos semanas. Ante mi perpleja cara de sorpresa por su reciente alumbramiento le pregunto “ ¿y vas a luchar hoy? y me responde “No puedo vivir sin la lucha, es algo que se lleva en la sangre y si no lucho pues no gano dinero ( ganan entre 15 y 30 dólares por combate), fueron muchos meses sin pelear y hoy por fin es mi regreso al ring”. Juanita ( su verdadero nombre es Mery), me muestra a su bebé recien nacido que va envuelto en unas mantas como un gigante paquete y casi no se le ve la carita. Orgullosa me lo muestra y le hace cariñitos. El bebé duerme plácidamente. Afuera en la calle han puesto un altavoz que escupe música de trash-speed-metal que por la mala ecualización más bien parecen rayos y truenos.
“Benita la intocable” ( nombre real Mariela) es otra de las cholitas que lucharán esta noche, hija y nieta de luchadores bolivianos, su destino estaba marcado por este deporte. “Me gusta pegar y sentir la adrenalina que emana de la lucha, en lo personal soy fuerte y como enemiga no me quieras tener, me gusta ser mala”. Después de decirme esto, sale a escena bailando con una música típica boliviana de fondo, el poco público ( que paga 1 dólar por la entrada) asistente en el pequeño gimnasio, que se ha mantenido aterido de frío pero paciente con la impuntualidad del evento, la recibe con abucheos, ella les responde con gestos de odio y los enfrenta, algunos niños le gritan obcenidades, ella continúa hacia el ring. Luego salen “Juanita la Cariñosa” y “Rosa la cholita”, las buenas de la contienda. Acompañará a Benita, la cholita Reyna, de 20 años, otra de las “malas” de la noche que al salir un niño le tira palomitas de maíz a la cara, Reyna se enciende y lo toma por los pelos, le estampa la bolsa en la cabeza desparramando todas el contenido por el suelo. ¿dónde estarán los padres de este niño?
Las cuatro se encuentran en el ring. Se insultan, “chola sucia, te voy a matar, me tienes harta con tus malos modales” le dice Juanita a Benita. Ésta, ni se inmuta y le da una cachetada a traición que le pone la mejilla colorada. El drama y el teatro está servido, las otras entran al ring, se jalan los cabellos, gritan, pegan patadas, hacen volteretas con sus trajes indígenas tradicionales fácilmente. Al final ninguna gana, todo es parte de la trama, para que el público vuelva y desee más la semana siguiente. Y mientras llega ese día, Juanita volverá a amamantar a su bebé y Benita regresará a su trabajo de secretaria en una oficina de abogados de la ciudad. continuará......
Texto y fotos: Luis Cobelo, ver blog de Luis Cobelo.
Correo electronico: luiscobelo@gmail.com
Contactos: luchalibrebol@gmail.com
No hay nadie todavía, el lugar es deprimente, como abandonado y dejado de la mano de la suerte latinoamericana. Llegué a las 5 y salí de allí a la 1 de la mañana. La puntualidad no es virtud boliviana en absoluto. En todo ese tiempo tuve mucho espacio para conocer a las cholitas “Juanita la cariñosa”, “Reyna”, “Benita la intocable y “Rosa la cholita”. Hay también luchadores hombres pero la verdad no me interesan mucho esta vez.
“Juanita la Cariñosa” tiene 29 años y dos hijos, una niña de 12 y un niño que apenas dio a luz hace dos semanas. Ante mi perpleja cara de sorpresa por su reciente alumbramiento le pregunto “ ¿y vas a luchar hoy? y me responde “No puedo vivir sin la lucha, es algo que se lleva en la sangre y si no lucho pues no gano dinero ( ganan entre 15 y 30 dólares por combate), fueron muchos meses sin pelear y hoy por fin es mi regreso al ring”. Juanita ( su verdadero nombre es Mery), me muestra a su bebé recien nacido que va envuelto en unas mantas como un gigante paquete y casi no se le ve la carita. Orgullosa me lo muestra y le hace cariñitos. El bebé duerme plácidamente. Afuera en la calle han puesto un altavoz que escupe música de trash-speed-metal que por la mala ecualización más bien parecen rayos y truenos.
“Benita la intocable” ( nombre real Mariela) es otra de las cholitas que lucharán esta noche, hija y nieta de luchadores bolivianos, su destino estaba marcado por este deporte. “Me gusta pegar y sentir la adrenalina que emana de la lucha, en lo personal soy fuerte y como enemiga no me quieras tener, me gusta ser mala”. Después de decirme esto, sale a escena bailando con una música típica boliviana de fondo, el poco público ( que paga 1 dólar por la entrada) asistente en el pequeño gimnasio, que se ha mantenido aterido de frío pero paciente con la impuntualidad del evento, la recibe con abucheos, ella les responde con gestos de odio y los enfrenta, algunos niños le gritan obcenidades, ella continúa hacia el ring. Luego salen “Juanita la Cariñosa” y “Rosa la cholita”, las buenas de la contienda. Acompañará a Benita, la cholita Reyna, de 20 años, otra de las “malas” de la noche que al salir un niño le tira palomitas de maíz a la cara, Reyna se enciende y lo toma por los pelos, le estampa la bolsa en la cabeza desparramando todas el contenido por el suelo. ¿dónde estarán los padres de este niño?
Las cuatro se encuentran en el ring. Se insultan, “chola sucia, te voy a matar, me tienes harta con tus malos modales” le dice Juanita a Benita. Ésta, ni se inmuta y le da una cachetada a traición que le pone la mejilla colorada. El drama y el teatro está servido, las otras entran al ring, se jalan los cabellos, gritan, pegan patadas, hacen volteretas con sus trajes indígenas tradicionales fácilmente. Al final ninguna gana, todo es parte de la trama, para que el público vuelva y desee más la semana siguiente. Y mientras llega ese día, Juanita volverá a amamantar a su bebé y Benita regresará a su trabajo de secretaria en una oficina de abogados de la ciudad. continuará......
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