EL ALTO, BOLIVIA.- Para espanto de los machistas, la estirpe de la "cholita", joven y elegante mujer mestiza de las urbes andinas, incursionó en la lucha libre en la ciudad más combativa y rebelde de Bolivia.
En El Alto, empobrecida ciudad de 700,000 habitantes contigua a
Enormes filas de aficionados al rudo deporte se forman tumultuosamente ante las boleterías del Coliseo Polifuncional para vibrar con "Los Titanes del ring", una legión de 30 luchadores, entre ellos diez mujeres, cuatro de ellas "cholitas".
Las "cholitas", hasta ahora, habían irrumpido como hábiles jugadoras de futbol y protagonizan atractivos campeonatos locales con sus largas polleras (faldas) a cuestas.
Pero arriba del ring, la cosa cambia
"Yo vengo por las ?cholitas?, son las reinas del cach (del inglés ?catch as can?, antigua denominación de la lucha libre en América Latina)", dijo Elena Choque, "chola" de unos 50 años, vestida, como aquéllas, con polleras, llamativa blusa bordada bajo un enorme chal de lana y tocada por un sombrero, lo más parecido al clásico "bombín" inglés.
"Las cholitas son las más ?machas?", aseguró Luis, de 12 años, uno de decenas de humildes niños, muchos de ellos lustrabotas con pasamontañas en el rostro, formados ante las boleterías del pequeño escenario deportivo.
Para varios periodistas alteños, organizadores de un programa especial de "Los Titanes del Ring" a beneficio navideño de la niñez de la ciudad más pobre de Bolivia, "las cholitas luchadoras son dignas hijas de la rebeldía de El Alto", según uno de ellos, Augusto Martínez.
En las polvorientas calles y barrios de El Alto, ciudad de obreros, campesinos y desempleados, se encendió la mecha de una revuelta popular que en octubre de 2003 alejó del poder al empresario neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada, forzándolo a renunciar la presidencia de la nación con un saldo de 67 muertes y más de 200 heridos.
Furias del ring
En torno al cuadrilátero, unos 800 apretujados espectadores rugen en las tribunas con las mañas antideportivas de Comando Zabala, el más sucio de varias y consecutivas peleas entre técnicos y rudos.
En los camerinos, dos "cholitas" comparten con enormes luchadores un mínimo espacio para calentar y estirar los músculos antes de subir al ring para una lucha mixta entre dos parejas, la más esperada de todas, la de fondo.
Una de ellas es "Julia, la paceña", es decir oriunda de la vecina y populosa hondonada urbana llamada
"Este es un deporte bastante rudo, pero nos gusta", dijo Julia, mientras la espigada luchadora, de 29 años, casada también con un "cachascanista" y madre de dos hijos, de 12 y dos años, salta y lanza algunos golpes al aire.
Hija de un antiguo luchador, del bando de los rudos, conocido como El Buitre, Julia salió "técnica" y es una de las "cholitas" más queridas y aplaudidas del ring.
"Esto lo llevo en la sangre", agregó la luchadora, que divide sus agotadoras jornadas de entrenamientos nocturnos con las tareas del hogar.
"Quiero ser campeona", sostuvo al rememorar que fue su padre quien le inculcó una afición convertida en oficio, como contemporáneo admirador de aquellos grandes de la época de oro de la lucha libre mexicana, como El Santo, Huracán Ramírez o Blue Demon.
Carmen Rosa, en cambio, tiene el extrovertido carácter de una auténtica "cholita ruda".
De 34 años, también madre de dos hijos, tiene la ventaja de ser la esposa de alguien que no frecuenta el ring ni los gimnasios.
"Mi esposo es artesano, el primero de mis admiradores y el que más me apoya en esto que es mi pasión", dijo con un maquillaje algo recargado en su rostro sonriente.
"Es que como soy de las ?malas?, y ?de las mejores?, aclara, me maquillo para que no me reconozcan fuera. Aquí en el coliseo nos agreden, porque al público no le gusta que yo gane o abuse de sus ?técnicas?", explicó.
"La gordita", como le gritan muchos de sus detractores, también aspira a ser campeona y poseedora del primer cinturón de la categoría que disputan las "cholitas" luchadoras de El Alto.
Patadas voladoras
En la esperada pelea de fondo, "Julia, la paceña" hizo pareja con el experimentado y técnico Halcón de Plata, de radiante y popular máscara púrpura, para enfrentar a Carmen Rosa, secundada por El Gitano, un fornido melenudo repudiado como uno de los rudos más agresivos del cuadrilátero alteño.
Con las largas polleras y una bien disimulada y larga ropa interior, al estilo europeo de la edad media, las "cholitas" ofrecieron a las bulliciosas tribunas una variada demostración del viril deporte de los candados, las tijeras, las patadas voladoras y los abrazos del oso, entre otras llaves.
"Esto va en serio (...) no es ?tongo? (farsa)", gritó repetidas veces por los altoparlantes el relator y presentador de la lucha, cuando sus protagonistas cayeron del ring para trenzarse en el suelo en una auténtica batalla campal, entre el griterío de la multitud.
El árbitro, expulsado por su "parcialidad" a favor de los sucios, no alcanzó a levantar los brazos de los triunfantes técnicos: la "cholita" Julia y su maltrecho Halcón.
Bañado el rostro del Gitano con sangre de utilería y la aguerrida ?cholita? Carmen Rosa con las largas trenzas de cabello deshechas por tantos tirones, la pareja perdedora corrió a los vestuarios bajo una lluvia de proyectiles. Leer texto original.
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