jueves, 1 de diciembre de 2011

Cholitas Luchadoras: Estudiantes, trabajadoras y comerciantes

No cuentan con seguro de vida ni de salud, su paga es poca, pero cuando están en el ring lo arriesgan todo. Son estudiantes, trabajadoras y mujeres de armas tomar.

Con más de cuatro horas de práctica diaria, un grupo de jóvenes alteñas se gana la vida -y se divierte- haciendo acrobacias en el ring. No obstante de que a menudo se exponen al peligro, su pasión por la lucha libre hace que lo arriesguen todo en cada pelea.

En el país, la lucha libre no es considerada propiamente un deporte. Mucho hay de espectáculo en ella y, en este caso en particular, de humor. Pero “si una quiere ser luchadora, tiene que sentir amor por el ring”, afirma Mery Llanos, quien en el cuadrilátero es Juanita, la cariñosa.

Hace más de siete años, Mery y su esposo, Benjamín Simonini, emprendieron la empresa Líder, que reúne a luchadores independientes. Recientemente decidieron formar a jóvenes alteñas que estén dispuestas a enfrentar un duro entrenamiento. A diferencia de las cholitas cachascanistas, ellas no llevan polleras sino mallas al estilo superhéroe.

Son ocho mujeres de entre 18 y 29 años a quienes Mery -una experimentada luchadora- entrena. Página Siete conoció a seis.

Dayana, la tigresa, una de las más jóvenes integrantes de Líder, comenzó a demostrar sus destrezas en el cuadrilátero. Ella tiene 18 años.

La joven está a punto de concluir el bachillerato, entrena desde los 16 años y la lucha libre se ha convertido en su pasión. Su inquietud por el cuadrilátero nació en el colegio, donde era muy hábil para dar saltos y hacer atletismo, entre otros deportes.

“Es algo que me llama la atención; en esta actividad se mueve todo el cuerpo”, cuenta.

Reina Tórrez comenzó a dar pelea a los 16 años. Ahora, a los 21, a pesar de que se forma como contadora, no piensa dejar la lucha, no obstante de que ya sufrió una fractura del brazo derecho en una caída dentro del ring.

“No tenemos seguro de vida o de salud, pese a que la lucha libre tiene más de dos décadas”, lamenta Reina.

Mili es estilista y estudia inglés, tiene 20 años. Disfruta de sus entrenamientos como ninguna otra actividad. “Para venir a entrenarme tengo que dividir mis obligaciones. Por las mañanas trabajo de peluquera; por las tardes estudio inglés y por las noches vengo a entrenarme”, relata la joven. “Debo prepararme mucho para no lastimarme”.

Emprendió el desafío cuando tenía 15 años y recientemente debutó en una pelea realizada en el Coliseo Cerrado de La Paz.

En su aventura la acompaña su hermana menor, de 19 años, Pili, para quien la lucha libre es un arte. “No sólo se necesita de destreza, sino de inteligencia” para estar en el ring. “Una tiene que pensar bien en cómo derribar a su contrincante, saber hacer una buena llave de mano; si no sale bien, podemos lastimarnos”.

Bertha, la intocable es enfermera y de familia luchadora. Se inició en el oficio hace ocho años, su experiencia la llevó a ser triunfadora en cuadriláteros del país y de Perú. “La lucha no la cambió por nada; es algo que me gusta”, afirma.

Aunque no son muy bien remuneradas, estas mujeres lo dan todo en el cuadrilátero. Al igual que sus pares, las cholitas cachascanistas, se convirtieron en uno de los atractivos de El Alto.

Como muchas mujeres, ellas estudian y trabajan en su vida cotidiana, pero como pocas hacen singulares acrobacias cada vez que se suben a un ring.

Temibles guerreras sobre el ring

Mery Llanos Entrenadora de lucha libre. En el cuadrilátero la conocen como Juanita, la cariñosa (cachascanista).

Mirian Lidia Mamani En el ring es Mili, se entrena desde sus 15 años.

Mirian Cinthia Mamani Tiene 19 años, su nombre de lucha es Pili.

Mariela Averanga Es Bertha, la intocable, egresó de enfermería y tiene 29 años.

Leidy Huanca Más conocida como Reina Tórrez, estudia en la Universidad Pública de El Alto (UPEA).

Felipa Lidia Marino Es Dayana, la tigresa. Este año saldrá bachiller.

Página Siete

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