“Hay que nacer para ser cachascanista. Yo soy madre y parte de mi tiempo lo dedico a entrenar a jóvenes que tengan las ganas de seguir esta carrera”, cuenta Mery Llanos, más conocida como Juana, la cariñosa.
Mery, una mujer de pollera, tiene dos hijos, uno de 11 años y otro de siete meses.
Comenzó en la lucha libre cuando tenía 16 años y ahora, a sus 29, tiene la certeza de que la lucha libre le dejó muchos réditos en su vida.
Pero esta experimentada cachascanista no sólo hace acrobacias sobre el ring, sino también en su vida cotidiana. Tiene un puesto de venta de cosméticos en la Ceja de El Alto, al que dedica medio tiempo; en la noche, los entrenamientos. Y en medio de todas sus actividades está pendiente de sus hijos.
Sin embargo, ella asegura que su vida es como la de cualquier otra mujer. “Mi vida es normal. Soy madre, ama de casa y trabajadora”, afirma.
Pero a la hora de estar en un cuadrilátero, ella se transforma y cambia de personalidad. “En el ring nos volvemos muy malas, eso es parte del entrenamiento”, relata la luchadora.
El deseo de conquistar la fama llevó a Mery al cuadrilátero. Y lo logró. Ahora es una de las cholitas cachascanistas más reconocidas del grupo.
“A mí me gusta la fama y el dinero”, dice con desenfado.
Gracias al ring visitó, junto a otras luchadoras, Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile, Argentina y recientemente Brasil.
Pese a tener un bebé de siete meses, Mery no teme a los entrenamientos duros. Ella considera que la mejor manera de destacar en esta actividad es entrenarse con dedicación.
“Pero para las mujeres es un deporte extremo, en el que te puedes lastimar”, advierte.
Aun así, Mery disfruta de la lucha libre y busca promocionarla a escala nacional. Así, organizó el primer campeonato nacional de lucha libre femenina en El Alto.
Dicho evento se realiza todos los domingos en la zona 12 de Octubre de El Alto.
Según comenta, este evento es el primero en lucha femenina nacional, en el que participan luchadoras de La Paz y de Santa Cruz.
Mery lamenta que en otros países las luchadoras tengan mejor trato que en el país. Espera que en un futuro próximo la situación cambie y se reconozca a la lucha libre como una actividad deportiva -y no sólo como un espectáculo- tal como sucede en México, donde este tipo de eventos es valorado y admirado.
“Para la mayoría de las personas, la lucha libre puede parecer fácil, en la que sólo realizamos acrobacias, pero es muy fuerte, a veces hemos llegado a lastimarnos de verdad”, cuenta.
Más de 10 años de llaves y patadas
A la hora de estar en el ring no sólo cuenta saber hacer una buena llave, sino también atrapar la atención del público mediante un buen espectáculo. Las cachascanistas lo saben bien, pues en sus más de 10 años en el cuadrilátero han sabido combinar bien la lucha libre con el humor.
Saltos mortales, patadas voladoras, llaves de mano y puñetazos. Pero si se trata de ellas, también hay polleras en el aire, trenzas y discusiones por doquier.
Los espectáculos se llevan a cabo, normalmente, los domingos en el coliseo polifuncional de la Ceja de El Alto. Ahí, desde hace más de 10 años, adultos y niños, hombres y mujeres devuelven con aplausos y risas cada una de las hazañas de las luchadoras.
Ellas se han convertido en toda una sensación y se dice que su éxito supera al de los Titanes del Ring, que es integrado por varones.
Son mujeres que en su mayoría decidieron tomar la pollera como vestimenta de lucha. Ahora las nuevas generaciones son jóvenes que optan por los antifaces y las mallas.
Actualmente, en la mayoría de los espectáculos hay música folklórica o cumbia.
Tras el éxito de las cholitas cachascanistas, las mujeres que se dedican a la lucha libre se multiplicaron. Según la empresa Líder, que reúne a luchadores independientes de El Alto, en el interior del país existen varias y talentosas luchadoras, pero que no son muy conocidas.
Actualmente se celebra un campeonato nacional de lucha libre femenina en El Alto, en la zona 12 de Octubre de esta urbe.
Página Siete
Mery, una mujer de pollera, tiene dos hijos, uno de 11 años y otro de siete meses.
Comenzó en la lucha libre cuando tenía 16 años y ahora, a sus 29, tiene la certeza de que la lucha libre le dejó muchos réditos en su vida.
Pero esta experimentada cachascanista no sólo hace acrobacias sobre el ring, sino también en su vida cotidiana. Tiene un puesto de venta de cosméticos en la Ceja de El Alto, al que dedica medio tiempo; en la noche, los entrenamientos. Y en medio de todas sus actividades está pendiente de sus hijos.
Sin embargo, ella asegura que su vida es como la de cualquier otra mujer. “Mi vida es normal. Soy madre, ama de casa y trabajadora”, afirma.
Pero a la hora de estar en un cuadrilátero, ella se transforma y cambia de personalidad. “En el ring nos volvemos muy malas, eso es parte del entrenamiento”, relata la luchadora.
El deseo de conquistar la fama llevó a Mery al cuadrilátero. Y lo logró. Ahora es una de las cholitas cachascanistas más reconocidas del grupo.
“A mí me gusta la fama y el dinero”, dice con desenfado.
Gracias al ring visitó, junto a otras luchadoras, Estados Unidos, Colombia, Perú, Chile, Argentina y recientemente Brasil.
Pese a tener un bebé de siete meses, Mery no teme a los entrenamientos duros. Ella considera que la mejor manera de destacar en esta actividad es entrenarse con dedicación.
“Pero para las mujeres es un deporte extremo, en el que te puedes lastimar”, advierte.
Aun así, Mery disfruta de la lucha libre y busca promocionarla a escala nacional. Así, organizó el primer campeonato nacional de lucha libre femenina en El Alto.
Dicho evento se realiza todos los domingos en la zona 12 de Octubre de El Alto.
Según comenta, este evento es el primero en lucha femenina nacional, en el que participan luchadoras de La Paz y de Santa Cruz.
Mery lamenta que en otros países las luchadoras tengan mejor trato que en el país. Espera que en un futuro próximo la situación cambie y se reconozca a la lucha libre como una actividad deportiva -y no sólo como un espectáculo- tal como sucede en México, donde este tipo de eventos es valorado y admirado.
“Para la mayoría de las personas, la lucha libre puede parecer fácil, en la que sólo realizamos acrobacias, pero es muy fuerte, a veces hemos llegado a lastimarnos de verdad”, cuenta.
Más de 10 años de llaves y patadas
A la hora de estar en el ring no sólo cuenta saber hacer una buena llave, sino también atrapar la atención del público mediante un buen espectáculo. Las cachascanistas lo saben bien, pues en sus más de 10 años en el cuadrilátero han sabido combinar bien la lucha libre con el humor.
Saltos mortales, patadas voladoras, llaves de mano y puñetazos. Pero si se trata de ellas, también hay polleras en el aire, trenzas y discusiones por doquier.
Los espectáculos se llevan a cabo, normalmente, los domingos en el coliseo polifuncional de la Ceja de El Alto. Ahí, desde hace más de 10 años, adultos y niños, hombres y mujeres devuelven con aplausos y risas cada una de las hazañas de las luchadoras.
Ellas se han convertido en toda una sensación y se dice que su éxito supera al de los Titanes del Ring, que es integrado por varones.
Son mujeres que en su mayoría decidieron tomar la pollera como vestimenta de lucha. Ahora las nuevas generaciones son jóvenes que optan por los antifaces y las mallas.
Actualmente, en la mayoría de los espectáculos hay música folklórica o cumbia.
Tras el éxito de las cholitas cachascanistas, las mujeres que se dedican a la lucha libre se multiplicaron. Según la empresa Líder, que reúne a luchadores independientes de El Alto, en el interior del país existen varias y talentosas luchadoras, pero que no son muy conocidas.
Actualmente se celebra un campeonato nacional de lucha libre femenina en El Alto, en la zona 12 de Octubre de esta urbe.
Página Siete
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